A pesar de estar en desventaja por la cantidad de jugadores en cancha (P.T: 8 vs 10, S.T: 8 vs 9), el Verde logró vencer a su rival. Cuando el pleito se encontraba igualado en seis se lo decidió definir con el famoso "gol gana"; Matias Castro remató a distancia y las enjabonadas manos del arquero decretaron la VICTORIA.
Personalmente debo confesar que cuando llegué a Ciudad y noté que faltaba media hora para las 12 y que NO HABÍA NADIE VERDE (sí un mínimo grupete de rivales bajo la sombra de un árbol) ya estaba muy en claro lo que se venía. De a poco, y muy de a poco, fueron arribando los jugadores de ambos conjuntos. Cuando ya no había chanche de que llegue más gente se decidió comenzar el partido en la cancha 2 ya que se la avistó como la menos extensa en superficie. 8 verdes contra 10 del Ombú y a aguantar cada arremetida.
Muy imprecisos en cada pase, los jugadores del Verde no conseguían llegar al área rival y cada pelota que el Ombú recuperaba significaba una jugada de gol. De una se salvó, de dos se salvó y de un par más también, pero la suerte ya había sido demasiado bondadosa con el Verde... sí, llegó el gol y CÓMO LEVANTAR ESTO parecían preguntarse los mejicanos, quienes no conseguían dar dos pases seguidos hasta que una gran combinación de Demasi con G.Zavala dejó a este último al borde del área chica y con un taquito/rabona, al mejor estilo de Hernán "Valdanito" Crespo, el Gaita equiparó el resultado.
Se había conseguido el empate, pero el partido continuó con su normal desarrollo; El Ombú aprovechaba la ventaja de dos jugadores que tenía y hacía girar la pelota por toda la cancha hasta que alguno se decidía encarar a la improvisada defensa Cambalache que a medida que fue tomando confianza y afianzándose pudo evitar lo que podría haber sido una estrepitosa goleada.
Entre gol que va y gol que viene el primer tiempo estaba finalizando 4-3 a favor del Ombú, pero una rápida salida del arquero Ciocca con posterior habilitación al RASTA-GOL permitió que este definiera a un costado del arquero para irse al descanso en igualdad de goles. En aquellos minutos de hidratación, autocrítica y descanso el rival sufrió la retirada de dos de sus muchachos y parecía que todo se terminaba allí, pero la llegada de otro jugador los hizo reflexionar y finalmente decidieron continuar el partido. El segundo tiempo encontró a un Verde muy distinto al del primero; mucho más avanzado en el terreno y dispuesto a correr todo lo que hiciese falta para ganar el encuentro. Lo que en la primera mitad del partido era la defensa pasó a ser el mediocampo y el arquero se convirtió en la defensa; de esta transformación surge un gol del Ombú tras un disparo lejano y la ausencia de golero bajo los tres palos. Sin embargo, ni ese gol ni el otro que marcó el mismo delantero del Ombú tras superar a Manuel Pereirá el León (el tilde corresponde a la rítmica de la canción, sino no pega) con un precioso caño para luego definir al primer palo fueron suficientes para agotar las verdes esperanzas de victoria; dos anotaciones más del RASTA-GOL (una de cabeza y otra tras capturar un rebote dentro del área) dejaron el tanteador igualado en 6 para que alguna voz dictase el "gol gana"...
Ahora lo ya dicho, Matías Castro remató a distancia y las enjabonadas manos del arquero decretaron la VICTORIA. A pesar de esto, para nada puede culparse al goalkeeper del Ombú de la derrota; sí responsabilizarlo (en parte), pero nunca culparlo ya que su actuación hasta ese momento del partido había sido más que aceptable.
El fúlbo´ amater
Postulo que el (deporte) amateur es la representación sana y libre del (deporte) profesional. Que la profesionalización es, en general, el congelamiento de la creatividad, del abrirse camino; siendo el sendero cercado que nos permitirá acomodar esta actividad en la red de relaciones capitalistas, vender nuestra fuerza de trabajo como mercancía para ser contratado y participar en competencias deportivas detrás o bajo una institución o empresa. Aquí el flujo de relaciones del poder-hacer (LIBRE en el deporte), queda trastocado por la relación patrón-empleado del contrato establecido.
La exigencia por el resultado (propia de quien persigue la eficiencia de un emprendimiento en el cual ha invertido) en simetría con la sumisión de quien pende de un contrato y no quiere perder su trabajo concluyen en una relación deforme de poder y sometimiento, con gran trasfondo de intereses que muta -como decía- la disposición competitiva sana del deportista en competitiva violenta.
La exigencia por el resultado (propia de quien persigue la eficiencia de un emprendimiento en el cual ha invertido) en simetría con la sumisión de quien pende de un contrato y no quiere perder su trabajo concluyen en una relación deforme de poder y sometimiento, con gran trasfondo de intereses que muta -como decía- la disposición competitiva sana del deportista en competitiva violenta.
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